La organización de la sociedad egipcia, el poder del faraón, los
grandes recursos materiales y humanos utilizados en las monumentales
construcciones religiosas, los privilegios de que gozaban los sacerdotes
se explica por el papel fundamental que en la vida de los
egipcios tenía la religión. Según sus creencias, por ejemplo, los fenómenos
naturales, como la creciente del río Nilo o el movimiento de
los astros, se relacionaban con la vida de los dioses.
La religión tenía dos aspectos fundamentales: la adoración de los dioses
y la vida después de la muerte. En un principio cada ciudad tenía
sus propias divinidades agrupadas en tríadas (conjunto de tres dioses).
La más popular fue la de Osiris -el dios de los muertos-, su esposa
Isis, la Luna y su hijo Horus, que representaba la Tierra con la vegetación.
Además, era muy importante el culto al dios sol, Ra. Casi
todos los dioses locales se asociaban con él. Cuando se produjo la
unificación de los reinos, se impuso el dios de la ciudad de Tebas,
Amon, transformándose en Amon-Ra.
Los dioses se representaban con características humanas y de animales.
El mismo faraón era representado con cuerpo de león y cabeza de
hombre. El culto se llevaba a cabo en los templos considerados la
morada de los dioses.
Los templos egipcios, al igual que todas sus construcciones, eran
monumentales. Los muros estaban decorados con relieves en los
que se honraba la memoria de los dioses y la del faraón. Ramsés II
mandó construir un templo dedicado a Amon-Ra en Abu Simbel.
En la pared exterior de este templo, excavado totalmente en la roca,
se ven cuatro grandes estatuas que representan a dicho faraón.
Cuando se construyó la represa de Asuán, inaugurada en 1971, el
templo fue trasladado para evitar que quedara inundado por las
aguas de la represa. Fue una tarea titánica y costosa que demandó
cuatro años de trabajo. El templo y las estatuas fueron cortados en
bloques, trasladados y vueltos a adosar, reconstituyéndose la estructura
original.
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